domingo, 23 de junio de 2013

Fuego (Eva 9)

"La concentración es la calve del camino"

Una nueva frase custodiaba la siguiente puerta. Esta estaba adornada como las anteriores y en el centro del sello había un enorme rubí esperando a ser abierto.

Lia tendió la mano hacia mí y yo le entregue el anillo que le había quitado a la vampiresa y pudo abrir la puerta sin problema.

Tras ella había un inmenso lago de lava, se podía sentir el calor desde ahí y el olor a azufre era notorio.

- No quiero saber cómo habéis puesto un lago de lava en un tercer piso.

El chico parecía bastante aterrorizado, mientras la mujer escrutaba la sala con detenimiento.

- A mí me interesa más saber cómo cruzar.- La mirada de la mujer se posó en mi.- Y estoy segura que tú sabes algo.

Me salió media sonrisa que no pasó inadvertida para ninguno.

- La concentración es la calve del camino. -Cité lo que la puerta rezaba y luego me explique.- Si piensas en llegar al final, llegarás, mientras que si piensas en el suelo que pisas, te quemarás.

- Si sigues hablando en chino nadie te entiende, demoniucho.

Tire del chico hacia fuera y le pegue a la pared de las escaleras. Luego sostuve sus manos en las mías.

- Cierra los ojos.- Murmuré. En la cara de Zack solo se vería recelo y miedo.-¿Confías en mí, no?- El chico se obligó a asentir y luego cerró los ojos. - ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?

Mientras hacia la pregunta comencé a tirar del chico suavemente. El chico solo contesto con una negación de cabeza.

-Yo sí. Fue en la cafetería, tu primer día de trabajo. Eras el camarero más torpe que había visto y eso me gustó. Decidí que esas tartas no estaban tan mal si podía pedírtelas a ti y me contestabas con una sonrisa. Luego pude mirarte a los ojos y me atrapaste.- Pude ver como en sus labios se dibujaba una sonrisa. Lleve una de sus manos a mi hombro y deje mi mano acariciando su cara.

- Fue tarta de limón. - Contestó el chico. - Te serví un pedazo de tarta de limón y un café con vainilla. No lo recordaba.

Sus ojos se abrieron y me miraron, azules y penetrantes. Sonreí con satisfacción y no pude contenerme, por lo que me incline ligeramente sobre el chico y pose mis labios sobre los suyos en un suave y dulce beso. Me separé a los pocos segundos, sabiendo que no era el lugar más ideal, ni el momento más oportuno. Pero la cara de Zack ya era de felicidad y me satisfizo el resultado.

- ¿A que vino la historia?- Preguntó el chico aún con la sonrisa tonta. Señalé a mi alrededor y el muchacho miro. Estábamos en el otro lado del lago de lava.- ¿Cómo es posible?

- No te centraste en lo que pasabas sino en mí. Eso fue lo que te trajo hasta aquí.

- Muy bien, genio. -Gritó la mujer aun en el otro lado.- ¿Cómo quieres que pase yo?

-Céntrate en llegar hasta aquí y no pienses en el suelo. Mírame y camina, no mires al suelo.

-Qué fácil es decirlo. - Farfulló el ángel.

Extendí mi mano y en ella genere algo parecido a una roca o pelota de sombras. Acto seguido se la tire golpeándole en el hombro.

-¿Qué haces maldito creído?

- Hacer que cruces. - Repetí el proceso de nuevo esta vez le di en la rodilla.

Continué lanzándole cosas y golpeándola. Cuando ya estaba bastante amoratada y de los nervios, fue que la chica cargo contra mí, ignorando todo lo demás. Con dos pasos estaba aquí y no dudo en tratar de golpearme. Puede esquivar uno, e incluso dos golpes pero el tercero me dio de lleno en la cara, tirándome al suelo.

-¡Espera! Has cruzado, ¿verdad? - Pregunté en el suelo. Ella se lo pensó en lo que aproveche a levantarme. -Además, no ha sido para tanto.

- Pero si es irónico que un demonio apedree a un ángel. - Comentó la mujer y me asestó otro puñetazo, el cual no esperaba y dolió tanto como podía.

- ¿Y eso?

- Por imbécil.

Rodé los ojos y comenzamos a subir las escaleras que había tras la puerta.

- ¿Tu eres un demonio? ¿De esos con cuernos y patas de cabra?- Preguntó el chico tras de mí.

Me volví hacia el muchacho, sonriente. Me gustaba que hicieran esas preguntas.

- ¿A caso tengo pintas de esos demonios con cuernos y patas de cabra?- Zack se tomó su tiempo para negar con la cabeza.- Si soy un demonio, mucho más viejo que la humanidad... Y las referencias que hayas podido tener sobre los de mi especie, sobre todo religiosas, no coinciden exactamente con la realidad.

-En la realidad es mucho peor... -Agregó la mujer que iba unos escalones más adelante.- Traficante de almas, torturador experto, traidor... y un largo etcétera. Y antes de que lo preguntes, no, no tengo alas de plumas ni ese rollo.

- ¿Es eso cierto?- Preguntó mirándome con una cara de máximo pesar. Asentí. No le veía el sentido a mentirle. Si bien, no era un traidor, no tenía que discutir eso ahora mismo.- ¿Y porque estoy aquí?

-Eso quiero responderlo yo también. - Dijo la mujer bajando un par de escalones y apoyándose en mi hombro.- Veras yo compré tu alma hace un año, ¿te acuerdas? Bien. Yo le chantajee al caballero de aquí, si se le puede llamar caballero. Y aquí estamos.

- No lo entiendo...

- Que niño más corto... ¿No había uno más tonto en el mercado?

- No le insultes.- Gruñí.

- Es igual, tú le gustas, le haces tilín, le pones. Te ama.- Contestó la mujer al fin. Algo que yo no terminaba de aceptar.- Y el amor, queridos, es demasiado fácil de explotar.

Ahora mismo estaba avergonzado, muy avergonzado. No era justo para él estar aquí por mi culpa.

- Lo siento.- Murmuré mirando al suelo. - No quería algo así para ti.

-Estoy bien. No he sufrido daño alguno y te he conocido más en estas últimas horas que en el último año.

El chico subió un par de escalones y se puso a mi altura. Le mire a los ojos y tenía un leve brillo lo que me inspiro a sonreírle y lleve una mano a su mejilla y la acaricie suavemente.

- Pero quiero seguir conociéndote, por mucho miedo que dé o de lo malo que haya sido.

- Está bien. Responderé a tus preguntas, todas y cada una de ellas. Pero antes salgamos de aquí.

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