domingo, 28 de abril de 2013

Ángel (Eva 1)

En el comienzo de los tiempos, ángeles y demonios forjaron una tregua para la construcción de La Torre donde se guardaría el bien más preciado de todo el universo. Más tarde con el origen de diferentes especies La Torre fue creciendo hasta los siete niveles que hoy tiene. Cada nivel tiene una llave confiada a un guardián. La llave le da a su guardián características especiales y el dominio de un elemento.

Hoy en día La Torre no es más que una mera leyenda, que no todos recuerdan y solo unos poco creen en ella. Para desgracia, los que creen se afanan desmesuradamente por encontrarla y en hacerse con su contenido. Algunos saben muy bien lo que hay otros no tienen ni idea.

Yo soy Erik, demonio de toda la vida y guardián de las sombras. Yo vi cómo se construía La Torre y fui el primero en imponer la prueba, la última que hay que superar antes de llegar a EVA.

Ahora estoy en una pequeña cafetería de Nueva York donde el café es cutre y las tartas regulares, pero esta él, un mísero humano que atiende la barra y sirve cafés. ¿Cómo he podido dejarme enamorar por un humano? No viven ni una milésima parte de todo lo que yo he vivido. Pero aquí estoy bebiendo café cutre y comiendo tarta mediocre.

Una mujer rubia y esbelta, con el semblante serio, se sentó enfrente de mí. Mis ojos se posaron en los suyos y solo con eso supe, no quien era sino, que era. Mi entusiasmo era nulo y dirigí la mirada hacia la transitada calle, para ver a decenas de humanos corriendo de aquí para allá. La mujer simplemente cogió mi vaso y bebió de él lo que quedaba de café.

-No sé cómo soportas esta horrible bebida. - Comento a la par que dejaba el vaso vacío sobre la mesa. Se acomodó sobre la silla y poso el brazo en la de al lado.- Realmente no sé cómo alguien como tú puede estar aquí metido.

-Tengo cosas mejores que hacer que escuchar tus comentarios.- Contesté de manera cortante.- Si quieres algo dilo o lárgate.

-Sé que eres uno de los guardianes de la Torre.- Sus palabras me hicieron volver a centrar mi atención en la chica. La última vez que me habían dicho eso había acabado cortando muchos miembros. - Quiero ir y conseguir lo que custodia.

-Bien. Inténtalo. Te deseo la mejor de las suertes, ángel.

-Muchas gracias, pero no la necesito.- Una sonrisa se dibujó en su cara.- Quiero hacer un trato contigo. ¿Te dedicas a eso, no?

Los demonios nos dedicamos a hacer tratos, eso es. Pero siempre lo hacemos a nuestra conveniencia, de normal somos los que solucionamos los problemas de los demás con un alto coste.

-¿Que tienes que ofrecer? No sé si hay algo por lo que te ayudaría...

La mujer puso sobre la mesa algo, junto al vacío vaso de café. Era un anillo blanco marfil. No era un anillo cualquiera, era una llave de La Torre. La poseía un ángel, Michael, guardián de la luz.

Cogí el anillo y lo examine. Tenía finas gotas de sangre, lo que me dejo a entender que el anillo no había sido obtenido de manera limpia.

-Más te vale que le hayas matado porque si no tienes un serio problema.

-Yo no me preocuparía por Michael... Digamos que perdió la cabeza cuando perdió el anillo.

-Quieres decir que se la cortaste.

-Un demonio no me va a dar lecciones de moralidad ahora. Mi trato es el siguiente: dejo a los demás guardianes vivos y tú me ayudas a conseguir Eva.

Me sorprendió que supiera el contenido de La Torre. Quizás el ángel se había ido de la lengua o simplemente había hecho muy bien los deberes.

-No me convences... Puede que hayas podido con Michael pero no podrás conmigo.

-Está bien, dejaré a los demás guardianes y no habrá represalias cuando Eva este en mis manos. -No había acabado de negar cuando la mujer dejo un arco encima de la mesa.-Y un arco celestial.

Vale, el arco me hizo replantearme la cosa. Esa era un arma exclusiva de los ángeles, era una de las pocas cosas que podrían matarme y... Qué demonios (y está mal que yo lo diga) es un arco que no necesita flechas... Vale, quería el arco celestial... Pero darle EVA a una chiquilla no valía un arco celestial.

-Tendrás que buscarte a otro.- Sentencié finalmente.

Me levante de la mesa y trate de irme, pero la chica me lo impidió agarrándome de la muñeca.

-Aún tengo más que ofrecer y estoy segura de que no lo rechazaras.-Traté de zafarme pero me tenía bien sujeto.- A él.

Su cabeza señaló hacia la barra de la cafetería. Zack estaba ahí, atendiendo a un obeso cliente.

-Como te acerques a él no te dará tiempo ni a parpadear...

-ups...- contestó la rubia aun sentada.- veras, el muchacho estaba un tanto desesperado y aparecí yo con la salvación... No me costó mucho convencerle y me dejo su alma humana regalada... Solo he tenido que esperar un año para poder ejecutar mi plan.

-¿Que le has hecho?- Pregunté furioso. Me sorprendí de lo furioso que me había puesto, cua do realmente no tenía por qué estarlo. Eso me delató.

-Ayúdame a conseguir EVA y te daré su alma, para que la engullas o lo que hagáis los demonios con ellas.

Tome aire y me serene. Ordene las cosas en mi cabeza.

-Este es el trato: Dejaras a los guardianes vivos y no habrá represalias. Me entregaras su alma cuando tengamos las llaves y el arco al final.

Mientras pronunciaba las palabras se me ocurría mil maneras de que no llegase a la cima de La Torre.

-Casi cuela, demonio.- Contestó la mujer.-Te entregaré el alma del chico cuando tenga EVA en mis manos, ni un segundo antes.

-En la puerta que conduce a EVA.

-Trato hecho.

La mujer se levantó y se alejó. Yo me senté y solté un largo suspiro. El ángel volvió.

-Un detalle sin importancia. Al chico no le quedan más de dos semanas para que se le acabe el plazo.

-¿Eso te parece un detalle sin Importancia?

-Bueno... Llevo esperando mucho tiempo y la paciencia tiene un límite.

-No sabes lo mucho que te odio...

-Me hago una idea, no te preocupes, lo superaré.

Me levante de la mesa y fui al mostrador y page mi consumición al dependiente, Zack. El chico sonrió enormemente, lo que me hizo sentir mucho mejor. Me di por satisfecho y cuando fui a salir por la puerta la televisión que estaba encima de la puerta captó mi atención. Había una noticia sobre numerosos volcanes activos en Japón. El ángel rubia tenía demasiada suerte, pues ya sabía dónde estaba el primer guardián al que podíamos buscar.

Salí de la cafetería y como Si lo hubiera olido, ella estaba esperando apoyada en la pared. Me sonrió cuando pase a su lado.

-¿A dónde vamos? -preguntó.

-Sígueme si eres capaz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario