martes, 1 de septiembre de 2015

La cosecha de las cronoflores #ParaDos #ReivindicandoBlogger

Todos estaban ansiosos aquel día. Era uno de los días más importantes de su vida. Era el dia de la cosecha de las cronoflores. Ese día se repartían los tres globos que se habían obtenido de esas maravillosas flores y se entregaban a tres jóvenes que ese año cumplirian 15 cosechas.

Jonas era uno de ellos (o de quince años), no había podido pegar ojo en toda la noche, pensando en todo lo que podría hacer con uno de esos globos. No eran pocas cosas, disponía de casi tres veces la vida de alguien que no tenía un globo, además de disfrutar y aprender mucho más que los demás.

El muchacho se levantó temprano ese día y tras sus quehaceres diarios salió raudo a la plaza del pueblo que estaba adornada con muchas guirnaldas hechas con los purpúreos pétalos de cronoflores. En el centro de la plaza había un escenario, donde se mostraban tres globos rojos, expuestos a la vista de todos. También junto a ellos había un gran jarrón con varios papeles; cada papel tenía grabado un nombre con cada chico y chica del pueblo que había cumplido 15 años. Custodiando todo aquel escenario de dicha, había varios soldados, armados hasta los dientes, para asegurarse de que nadie robara ningún globo ni se amañase el sorteo.

Pese a ver todas las papeletas en el transparente jarrón, Jonas seguía igual de optimista respecto al resultado del sorteo, sentía en su corazón que uno de aquellos globos sería suyo.

Desgraciadamente tendría que esperar hasta el ocaso para averiguarlo.

En la plaza, el chico se encontró con su mejor amiga, Erika, con la que había crecido. Eran unos chicos que sabían perfectamente cómo acabar la frase del otro, casi sabían más del otro que de ellos mismos y, porque no decirlo, se querían.

Ambos decidieron pasar el dia de la cosecha fuera del pueblo, perdidos en unas antiguas ruinas al sur; ése era su lugar secreto, a donde iban cuando querían estar solos o simplemente querían estar lejos de los demás. Solían recorrer los túneles enterrados en busca de cosas absurdas o antiguas que podían cambiar en el anticuario local por la comida de varios días.

Pero ese día decidieron quedarse tumbados en mitad del claro, entre los rocosos edificios derruidos, mirando el cielo y hablando de sus futuros planes. Quizá por la mente de ambos se cruzó la idea de que uno podría conseguir un privilegio y el otro no.

Jonas miraba de reojo a Erika, con una media sonrisa. Nunca, hasta ese momento, se había preguntado por qué le gustaba tanto escaparse con ella y dejar el mundo atrás. No obstante, ignoró por completo esa duda que le asaltó; no quería tener que definir lo que sentía en su corazón. Era su amiga y eso no debía cambiar por nada.

-¿Estás nervioso? —se atrevió a preguntar Erika tras unos minutos de silencio.

-Un poco, pero creo que voy a tener suerte —dijo Jonas intentando no sonar altanero.

-Siempre tan confiado contigo mismo. Deberías enseñarme —propuso Erika sonriendo.

-Prácticamente has sido tú la que me ha enseñado a mí. ¿Tú no te ves afortunada? —preguntó extrañado Jonas.

-Sí, supongo que sí —dijo Erika— pero si es uno de los dos, prefiero que te toque a ti.

-Y a mí que seas tú —le contestó mientras miraba fijamente sus ojos anaranjados.

Se había puesto nervioso de repente, como si ese día, mirarle a los ojos no fuera igual que antes, como si se perdiera en su mirada. ¿Acaso era la ilusión que tenía en su interior la que magnificaba sus emociones? No sabía nada del amor, ni quería saberlo por el momento. Lo que sí tenía claro es que, si sólo uno era el afortunado, una tristeza inmensa iba a albergar en su interior. Durante un tiempo iban a poder continuar como siempre, pero ¿qué iba a ocurrir con el tiempo?

Un chasquido de dedos de Erika lo devolvió al mundo real. Debían marcharse y estar en la plaza antes de que los papeles con los nombres salieran del gran jarrón.

La plaza seguía abarrotada de gente, pero el jaleo ahora se había convertido en un mar de susurros y risitas nerviosas casi inaudibles. Nynfa, la alcaldesa del Arux, había hecho sonar una pequeña campana rosada adornada con tallos de cronoflores de varios años atrás. Ese era el sonido que, desde hacía años, daba realmente comienzo a la ceremonia.

Los jóvenes de quince años se colocaron alrededor del jarrón y se dio comienzo al discurso.

- Bienvenidos, jóvenes afortunados —sonaba alegre como era habitual— Como cada año, nos encontramos aquí para rendir culto a las cronoflores y recibir, a cambio, tres globos cargados de sorpresa y juventud —sonrió y de repente su semblante cambió y se tornó triste— Aún así, he de informaros de que el polvo recogido de los pétalos no ha sido el esperado. Sólo uno de los globos otorgará juventud a aquel que lo reciba. Los otros, aunque no por ello menos, se encargarán como cada año, de sorprender a su dueño con uno de los poderes de nuestra Tierra que más ansíen: Hablar con animales, entender cualquier lengua o leer pensamientos ajenos y poder hacer un viaje sólo deseándolo.

Los tonos de voz empezaron a elevarse y las risitas nerviosas se tornaron quejas.

- Sabemos que es una decepción para todos vosotros pero, tantos los hombres y mujeres que custodian las cronoflores como yo, no podemos cambiar los deseos de éstas. Si así surgió tiene que deberse a una explicación que se escapa de nuestro entendimiento. Quizá sea sólo temporal —intentó calmar las voces que casi hacían inaudible su discurso—, pero sólo podemos continuar y ver quiénes son las tres personas que consiguen los privilegios este año.

Tanto los jóvenes como los demás invitados, se calmaron. La alcaldesa tenía razón en algo: Las cronoflores decidían y, si bien, hace veinte años otorgaban el privilegio a cinco jóvenes y ahora sólo a tres, tenía una explicación que ellos no podrían comprender.

La alcaldesa metió la mano en el jarrón y extrajo el primer papel. La voz de la alcaldesa leyó el nombre de Noel. Era hijo de uno de los protectores de las cronoflores y se pudo apreciar cómo algunos no daban crédito a que fuera uno de los elegidos. Pudo notarse en la cara del joven decepción porque, desde que tenía trece años, todo el mundo le había comenzado a decir que iba a salir elegido porque su padre iba a amañarlo todo. Aún así, muchos de los jóvenes que sabían muy bien el funcionamiento puro del jarrón a la hora de elegir y no pensaban de esa forma, le felicitaron.

El segundo papel que se sacó del jarrón revelaba el nombre de Becka, una chica amante de la naturaleza. Era una de las encargadas de llevar frutos al mercado de Arux. Una joven risueña, extrovertida y decidida. Estaba claro qué poder ansiaba o al menos eso se intuía por lo unida que estaba al bosque.

Jonas y Erika se miraron y abrazaron decepcionados un par de segundos. Si uno de los dos obtenía privilegios, ya no podría compartirlos con el otro. Uno se quedaba fuera de toda esa historia.

El tercer nombre se hacía desear. Muchos jóvenes ya habían aceptado que no se diría su nombre, pero siempre quedaba algo de esperanza.

"Jonas" retumbó por toda la plaza. La gente aplaudió y, aunque muchos no podían evitar sentirse decepcionados, la vida continuaba. Erika se abalanzó sobre él y le dio un inmenso abrazo. Él no sabía cómo sentirse realmente.

Los tres afortunados subieron al escenario. Mucha gente comenzaba a abandonar la plaza y eran pocos los que se quedaban para verlo acabar, pero no se podía culpar a nadie, un lugar como Arux nunca duerme y éste era un acontecimiento que conocían de memoria.

Cada uno recibió uno de los hermosos globos rojos y comenzó a hincharlo purificando en cada exhalación su alma, sacando sus miedos, sus sueños y su realidad. Según cuánto quisieras revelarle al globo, tanto lo hinchabas. Mientras el globo tuviera aire, mantenías los poderes. Una vez que el globo se pinchara o deshinchara hasta no quedar nada, dejaba de ser y se esfumaba.

Erika se quedó frente al escenario, conmocionada, viendo como su mejor amigo inflaba el globo lentamente. Con cada suspiro, ella notaba como él se alejaba, pese a que ninguno de los dos se movía. Notaba como ese globo suponía la separación de ambos, quizás podrían ser amigos cinco o diez años, pero luego, ella se casaría y tendría hijos, luego nietos y finalmente llegaría a la vejez y moriría; mientras él seguiría así de joven. La chica decidió apartar esos pensamientos de la mente, al menos por el momento, y alegrarse por su amigo.

Cuando los tres muchachos acabaron de inflar sus respectivos globos, la plaza estalló en aplausos y vítores. Luego los chicos se anudaron con un fino hilo los globos a su muñeca, para que les acompañaran todo lo que pudieran.

Jonas se acercó a Erika cuando acabó la ceremonia y le enseñó su increíble globo. Estaba tan hinchado que parecía que iba a estallar de un momento a otro.

-Esto es alucinante, Erika; es genial, me siento increíble.

-Me alegro mucho, Jonas.- Contestó la chica tratando de sonar lo más convincente posible, lo suficiente para que el chico, entusiasmado, no se preocupase.

-Vamos a ir a celebrarlo con mi familia a la taberna de Horatio, ¿quieres venir?

-No, creo que no… Ha sido un día intenso y quiero descansar.- Contestó con un entristecimiento inusual en ella.

-Vale, descansa mucho.- Se despidió entusiasmado Jonas, dándole un suave beso en la mejilla y saliendo corriendo con su familia.

La chica se quedó ahí inmovilizada durante un rato, llena de envidia, tristeza y más cosas que aún no sabía identificar. Luego se fue a su casa, lentamente y sin cenar se metió en la cama, abrazó su almohada y dejó de contener las lágrimas. Estuvo llorando hasta que se quedó dormida.

Relato para el proyecto #ParaDos de Reivindicando blogger. Teneis la continuación en el blog de Eternal Fighter, mi compañera en esta aventura y que lo ha hecho de maravilla y espero que podamos seguir haciendo muchas colaboraciones en el futuro.

7 comentarios:

  1. Hijo mío, como siempre, eres capaz de sacar ideas de la nada y convertirlas en algo grandioso :3 Estoy deseando ver cómo acaba este relato, así que sin más, me dispongo a ello :) Enhorabuena <3

    Vic~

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  2. AY, POR FAVOR, QUÉ TIERNO. EN SERIO, ME ENCANTA, ES TAN DULCE... COMO LA MELODÍA DE UN PIANO. DE VERDAD, ME HE ENAMORADO DE VUESTRO RELATO.
    Y no es solo eso, sino también el tema de las cronoflores... Me parece tan bien traído, tan bien hecho, tan TODO, ES QUE NO TENGO PALABRAS, EN SERIO, ME ENCANTA.
    Bueno, voy a leer la parte de Ara y a terminar de morirme de amor.
    Un beso,
    C.

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  3. Un relato precioso, de verdad. Me ha recordado un poco a LJDH con eso del día de la cosecha, pero cuando ha empezado a explicarse todo lo que concierne a los dones de los globos he olvidado eso para adentrarme en una bonita historia. Pobre Erika, la verdad es que esperaba que se lo llevase ella... No por nada, pero me habría gustado. Me muero de ganas por leer la continuación, así que voy a ver qué nos ha dejado Ara :3 Enhorabuena, precioso pinseso.

    Un frío beso,

    Emily

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  4. Buah. Voy a ser sincero: me he sentido totalmente identificado con Erika. Yo también haría lo que ella hizo en el momento (quizá porque soy muy envidioso). ¡Es fantástico! Es un relato animado, con una muy buena caracterización de los personajes y, dentro de la fantasía, posee un tono realista que contrasta muy muy bien.

    ¡Un beso!
    Paco M.

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  5. Como dice Em, recuerda un poco a LJDH por lo del día de la cosecha, pero luego toma un rumbo totalmente diferente, una vuelta de tuerca original. Me pregunto qué pasará con Erika y Jonas...
    Voy a por la segunda parte.
    ¡Un abrazo!

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  6. Me enganché con la historia, pobre Erika. Ya quiero saber cuál es el poder que le ha tocado a Jonas, y qué pasa con la amistad entre ellos dos. Muy buen relato, felicitaciones.
    ¡Un beso!

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  7. Es una idea espectacular y muestra que aunque consigan los poderes estos son frágiles y pueden perderlos en cualquier momento. Me entristece Erika y espero que el poder de la juventud no sea para Jonas o se irán distanciando. Voy a leer la segunda parte ^^
    Un fuerte abrazo,
    María

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