domingo, 21 de julio de 2013

Demonio (Eva 13)


Cuando las puertas de la torre se abrieron, todos nosotros ya estábamos en formación mirando a la torre. Adam y Alexandra estaban a mi izquierda mientras que Cristopher y Elena se encontraban a mi derecha. Zack se quedó algo más apartado cerca de la orilla del mar. Ellos habían llegado poco después de nosotros y habían estado preparándose para cuando Lia saliese de la torre.
Para este momento.
-Vaya, no me esperaba veros a todos aquí reunidos.- Musito la mujer.- Que conmovedor.
En su mano había una manzana con un único mordisco. Eso "era" Eva.
-Deja Eva, ríndete y podrás salir de aquí con vida.- Dijo Adam, el licántropo, con su potente voz.
-¿Y si no es así? ¿Me vais a matar? - Contestó la mujer con su voz de cierta repelencia.- ¿A caso creéis que podéis matar a un dios?- Continuó dando unos pasos. Importantes pasos.- ¿Unos payasos como vosotros, que os vendéis por unas palabras o un mero chico humano, vais a parar a un todopoderoso dios, como lo soy yo ahora? No lo creo.
-Yo si lo creo. - Y sin tener que hacer nada, Alexandra prendió fuego a una ramita, que prendió el suelo a su alrededor, untado con aceite, repartido por la zona en un círculo, que rodeo rápidamente a la mujer.- Dios o no, sigues siendo un ángel y esto es fuego de aceite santo. No te será fácil salir.
-Ya lo veremos.

Empezó a soplar un fuerte viento, levantando la arena de la playa y sofocando el fuego. Alexandra mantuvo el fuego ardiendo a la vez que Cristopher hacia disminuir el viento.
-Acabemos con esto de una vez.- Murmuré. Invoque mi arma en la mano y camine, pasando a través del fuego.
Lia estaba concentrada en sofocar los muros de fuego que la acorralaban. Mi objetivo era que cruzase por ellos y dejaría de dar problemas. Al fin capto mi presencia.
-A ti te tengo muchas ganas, ¿lo sabias?
-Confiaba en ello.
La mujer alzo la manzana que tenía en la mano y la mordió de nuevo.
-No podrás conmigo, soy un dios.
-No querida, solo eres un ángel tocapelotas que se cree dios.
-¿Cómo te atreves?- Bramó con furia.
Se abalanzó sobre mí y trato de asestarme sendos golpes, pero al estar preparado pude esquivar cada uno de ellos y cuando acabo su metralla aseste un contraataque con mi espada, dejándola muy cerca del fuego. Con otro golpe podría echarla del círculo y todo acabaría.
Pero para mí desgracia no iba a ser tan fácil. Corrí hacia ella y traté de asestarle un fuerte espadazo pero ella agarro el arma, parando mi ataque. Con un tirón me la quito de las manos y la lanzó fuera del círculo. En su rostro se podía ver el dolor y una sonrisa triunfante. En un segundo me agarro del cuello y me alzo del suelo.
-No entiendo cómo puedes ser tan arrogante, tratando de matar a un dios.
-Para ser dios has de ser venerado como tal, no comer una mera manzana. Eva no existe, solo es un placebo para que la gente crea en algo.- Murmuré haciendo patente la falta de aire en mi voz.
-¡Mientes!- Grió y me zarandeo en el aire.- Todo este poder no lo tenía antes.
-Si lo tenías, Lia, solo que no lo sabias o no lo utilizabas.- Agarré su muñeca con una de mis manos y la retorcí para que me soltase.- Y aun así no sabes usarlo. ¿Cómo es posible que seas tan arrogante y que no te conozcas a ti misma?
Con la muñeca retorcida, le aseste una patada y la tumbé en el suelo. Aproveche un par de segundos para recobrar el aire. Vi que la mujer había soltado la manzana que había rodado unos metros. Camine hasta ella y la recogí del suelo y con mi mano la estruje hasta hacerla puré.
-¡No!- Gritó la mujer que se incorporó de inmediato.
Acto seguido Lia cargo contra mí y deje que me diese. El empujón hizo que ambos atravesáramos el anillo de fuego. Yo caí contra el suelo, en un duro golpe. Sin embargo ella no cayó sobre mí, sino que fue tragada por el anillo de fuego que cuando acabo de consumir al ángel se extinguió dejando solo un rastro de humo.
Todos corrieron hacia mí, y Adam me ayudo a levantarme, lo cual agradecí.
-¿Se ha acabado todo?- Preguntó Elena.
-Eso espero.- Contesté, sacudiéndome la arena de la ropa.
-¿Podrá repetirse?- Replico Cristopher, el fantasma.
-Podría, pero espero que dentro de mucho tiempo. - Busqué con la mirada la persona que faltaba a mí alrededor. Seguía en la orilla del mar mirando fijamente hacia mi.- Pero que mucho tiempo.- Repetí y salí andando hacia el chico.
-¿Estas bien?- Me preguntó el chico cuando llegue a su lado.
-Dependerá de si me dejas besarte o no.- Murmuré.
-Eso suena a chantaje.- Contestó.
Había juntado mi frente con la suya y nuestras narices se acariciaban.
-Un chantaje muy descarado.- Respondí con voz tranquila y melosa, a la vez que pasaba mis manos por su cadera y pegaba su cuerpo al mío.- Déjame probarlos.
El chico término por juntar nuestros labios, en un suave roce tierno, que yo me encargue de hacer pasional, cálido y húmedo.
Una fingida tos nos sacó de este momento en el paraíso. Me gire y los cuatro guardianes nos miraban.
-¿Nunca habíais visto a dos hombres besándose?- Pregunté molesto.
-No.- Contestaron los cuatro a la vez.
-¿Porque no acabamos primero todo lo que tenemos que hacer y luego te vas a retozar con él un rato?- Inquirió la vampiresa.
-Está bien. ¿Me dejáis que al menos le lleve a casa?
Todos contestaron afirmativamente y eso fue lo que hice.
-Te llamaré cuando todo se haya calmado, ¿vale?- Saque del bolsillo la pequeña esfera de cristal y se la di.- Buscaré la manera de volver a introducirla en ti.
Él me respondió con un beso y antes de que fuera a más, desaparecí.












































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