domingo, 16 de diciembre de 2012

14. Guardianes del sueño


Aquí vemos como Nina sobrelleva el primer lunes tras su ruptura y también, tras un lapso de tiempo, un acercamiento de nuestro rubio protagonista a Eric. ¿Que pasara con ellos? Leelo aqui abajo.
Por cierto, hay un pequeño guiño a CSI las vegas (que hice sin querer) Si lo encontraís, comentarlo al final del capítulo.

El fin de semana pasó. La repercusión que tuvo la ruptura de Nina en el instituto fue mucho más grande de lo que debería. Luke me advirtió que en un lugar tan pequeño como Rivertown cualquier cosa tenía una gran consecuencia.

El lunes fue un día duro para Nina. Tuvo que hacer frente a sus miedos, que me habían quedado claros en el sueño contra las pesadillas. Tenía mucho miedo al qué dirán. No hay que decir que fue mirada como una apestada. No la vi hablar con nadie, estaba bastante hundida.

Durante la comida estuvo sola y no tuve reparo en sentarme junto a ella. Eric también se unió a la comida. No charlamos sobre gran cosa, trate de hacerla sonreír pero no lo conseguí.

-Ya me he enterado… Lo siento mucho…- Su amiga había aparecido por arte de magia y se había sentado a su lado y abrazado.- Por eso estuviste desaparecida todo el finde, ¿verdad?

Nina solo pudo asentir para no romper su concentración y evitar echarse a llorar. Su amiga continúo alentándola.

-No te merece, eres demasiado buena para ese capullo. Y a Johanna voy a darle una gran patada en su esbelto culo. Ninguno de los dos se merece que los llores.

-Tienes razón… Pero no entiendo como pude ser tan tonta… Walker lo vio y no lleva una semana.

Las miradas cayeron sobre mí y me sentí culpable de algo que no debería. Solo me encogí de hombros, sin decir nada.

-¿Cómo lo supiste, Walker? – Pregunto Tara.- Ni yo me había dado cuenta.

Nina no sabía en qué aprieto me había puesto. A la velocidad de la luz busque una excusa.

-Se me da bien esas cosas. Como sé que ese chico de ahí,- señale con la cabeza a un chico sentado a dos mesas de distancia- no nos ha quitado el ojo y es posible que esté interesado en ti, Tara.

Ambas chicas se giraron para mirar, el chico de camiseta roja hundió la mirada en su plato al ver que había sido descubierto.

-Es Greg Sander, ¿verdad? – Pregunto Nina. Su amiga solo asintió.- Te gustaba desde pequeños. Deberías ir a hablar con él…

-No sé… - Contesto la chica mientras se ponía colorada.

-Si le pides salir no te dirá que no.- Murmuré.

La chica me miro y le sonreí. Ella inspiro y se levantó.

-Vale. Como no sea así te la tengo jurada el resto de tu vida.

La chica fue y los tres que quedamos en la mesa nos pusimos estratégicamente alrededor de la mesa para poder ver perfectamente. Tara se volvió y Nina la invito a continuar. Cuando llego a donde el chico, empezaron a hablar y ella empezó a jugar con el pelo. Tras unos minutos, ambos caminaron por el comedor y se fueron. Tara antes de irse saludo sonriente.

-¿Cómo lo sabías?- Preguntó Eric con sorpresa. Yo me encogí de hombros.

-Costumbre, siempre observo más de lo que debería y veo esas cosas.

-Eres alucinante.- Contesto el chico y se repantingo en la silla.

Le observe y ahí tirado se veía muy bien. Me apetecía subirme encima de él y besar esos labios tristes y acariciar su cálida piel, enredando una mano en su pelo.

El timbre sonó, sacándome de mi ardiente ensoñación. Nina me obligo a asistir al club de matemáticas, por lo que nos despedimos de Eric y fuimos a clase.

Por supuesto fue una tortura de clase, llena de números, letras y símbolos. Desgraciadamente no me interesaba, pero entendía todo lo que el profesor decía.

Cuando acabo, Nina y yo nos fuimos juntos. Dejamos las cosas en las taquillas y en la de Nina, tras abrirla una nota cayó al suelo. Ella la recogió y la leyó. Luego la volteo para enseñármela. Ponía con letras bien grandes: “cornuda”. La chica me miro con ojos llorosos.

-No les hagas caso. No muestres debilidad alguna y sonríe.

-¿Sonreír? ¿Cómo voy a sonreír con esto?

-Fácil, convierte tus debilidades en tus fuertes. Si te llaman cornuda, no seas la tonta, haz que él sea el malo. – Ella me miro confusa.- Mañana cuando llegues al instituto y veas que todos te miran, señálale a él y grita a los cuatro vientos que el gilipollas es él por buscar otras cosas cuando tú se las ofrecías. Y ataca con el futbol, que les dolerá.

-No se yo…

-Lo que no te mata te hace más fuerte. –Conteste.

Salimos del instituto y nos fuimos a casa. Antes de ir cada uno a la suya ella preguntó si podía acompañarme por las mañanas a correr.

-Claro. No tengo ningún inconveniente.

-Es que ahora me despierto a la vez que tú y no sé qué hacer tanto tiempo…

-No te tienes que justificar. Está bien si quieres venir. Pero tendrás que seguirme el ritmo.

Dicho y hecho. Al día siguiente me acompaño a correr y durante el resto de días también. De hecho, cada día que pasaba era capad de seguirme mejor. Y tras unos días, Eric se animó a acompañarnos. Y también Tara empezó a madrugar más para incluirse en el grupo.

Eric me dijo que le gustaba nadar también, así que le invite a nadar a la piscina del instituto y no tuvo problemas en acompañarme. Me gustaba la compañía de mis nuevos amigos, pero especialmente la de Eric.

Fueron cambios que no pasaron inadvertidos para nadie. Ni siquiera para Mike. El enfado que este hombre se montaba era enorme y un día explotó.

Tras salir de la piscina junto a Eric, fuimos a las duchas para quitarnos el cloro resultante.

-Me gusta tu tatuaje.- Comento Eric mientras estábamos solos.

-Me gusta que te guste.- Reí.- A mí me gusta tu mirada.

Nos quedamos mirando fijamente el uno a otro. Podía ver como el agua corría por su cuerpo y sentí la necesidad de tocar su cara, sentir su calor y besar sus suaves labios. Pero un estruendo llego por la puerta, carcajadas, golpes y ruidos. Eric, asustado, cerró la ducha y salió corriendo. Yo lo hice con más tranquilidad.

-¡Ey! Mirad quien está aquí.- Grito uno de ellos.

Miles de ojos se centraron en nosotros mientras nos secábamos. Eric se estaba vistiendo completamente mojado para salir lo más rápido posible. Yo me tomaba mi tiempo e ignoraba todas las vistas y alusiones que me dirigían. Mike cerró mi taquilla de un manotazo y se apoyó contra el armario. Tenía una horrible sonrisa de suficiencia.

-¿Nos estas ignorando? –Pregunto con fingida molestia.

-¡Ah! Mike, estas aquí… Si, te estaba ignorando…

-¿Qué haces aquí? ¿Os estabais metiendo mano?

-¿Te hubiera gustado verlo? – Le rete.- No sabía que a ti también te gustara el porno gay.

Por el vestuario se oyeron cuchicheos y risas contenidas. Eric estaba temblando de miedo y observaba desde una esquina. Mike por su contra me miraba fijamente con ira contenida, palpable en sus puños, que estaban cerrados y apretados, listos para golpear todo lo que se pusiese en su radio de acción.

-Repite eso y tendrás que volver a casa en una caja.

-¿Repetir? – Dije con tono burlón.- ¿Qué te gusta el porno gay? Puedo ofrecerte algo más que verlo… - Y me toque el costado lentamente insinuándome descaradamente ante sus amigos.- ¿Te gusta?

El chico no pudo aguantar más y me lanzo un puñetazo, que esquive rápidamente retrocediendo.

-Con cuidado, que casi me das.

Lanzo otro y luego otro y otro. Todos demasiado predecibles y fáciles de esquivar. Podía verle respirando cansadamente, con ira en la mirada. Visto que no podía golpearme, por su cabeza pasaba la idea de arrollarme y luego inflarme a puñetazos. El pasillo con taquillas por paredes estaba separado por un banco.

Mike comenzó su ataque. Se lanzó sobre mí como una locomotora. Cuando estuvo a mi alcance, salté sobre el banco y le puse la zancadilla, haciendo que se tropezara y callera sobre sus compañeros. Aproveche el momento para recorrer el casillo, coger mis cosas, y empujar a Eric para irnos.

La puerta estaba bloqueada por dos amigos de Mike, así que tomamos la ruta alternativa, que era la salida por la piscina. Todos nos seguían y Mike volvió a cargar contra mí. Esta vez, y estando de espaldas, no lo vi y me arrollo, tirándome a la piscina.

En un breve momento de confusión, entre golpes, burbujas, agua y falta de aire, me inundo el pánico. Pero al notar un golpe leve del puño de Mike, pensé con rapidez. Me deshice de Mike, parando un golpe y usándole como trampolín para propulsarme a la superficie. Una vez trague una bocanada de aire nade raudo al borde y salí. Los amigos de Mike estaban a un lado, Mike en el agua y Eric en el otro lado, junto a la salida. Me levante y corrí por el borde con toses por todo el agua que había tragado.

Dimos al pasillo y nos dimos de bruces con un par de profesores que nos miraron extrañados y pidieron explicaciones. Justo después entró Mike y todo se explicó.

Acabe sentado en la sala de espera de dirección, junto a Eric, con una manta encima y enfrente de Mike con otra manta.

-Siento haberte metido en este embrollo.- Murmure al chico a mi lado. Él me sonrió, con esa tristeza suya.

Justo en ese momento Luke entró en la sala y observo el panorama.

-Al final lo hiciste, ¿no?- Pregunto. Yo asentí.- Ha tardado más de lo que esperaba.

Del despacho del director salieron un matrimonio y se llevaron a Mike. El director, que era el padre de Nina y nuestro vecino de enfrente, dejo pasar a mi tío al interior y estuvieron hablando un rato.

-Esto fue por mi culpa.- Murmuro Eric.- Si no hubiera dejado que te acercaras no pasaría nada de esto y no estarías en problemas.

No tenía contestación a eso. Tenía razón por un lado, pero estaba totalmente equivocado. No tenía palabras para explicarlo, así que paso a la acción e hizo lo que tenía que haber hecho en las duchas.

Se inclinó y le beso en los labios, suavemente. Luego se separó para verle de nuevo.

-No tienes la culpa de nada.

Aun con la confusión en la cara de Eric, el director asomo por la puerta y me llamo. Entre, aun goteando por el pelo. Me senté en la silla vacía al lado de Luke. Me pidieron mi versión de los hechos otra vez y se la di encantado.

-No tienes un expediente ejemplar, Walker.- Observo el director. – No te conviene meterte en problemas.

-Yo no soy el problema. –Corregí al profesor y trate de sonar educado. – El problema es Mike, impuso una ley del silencio a Eric y le puso los cuernos a Nina. Y para colmo fue el quien empezó todo esto. –Tome aire. Y antes de que me contestaran proseguí.- Yo no soy el problema, pero si tengo que recibir un castigo lo hare.

-No tendrás castigo. Desgraciadamente conozco a Mike, y tampoco le tengo mucho aprecio. Conozco de sus leyes –Hizo una seña de comillas con los dedos cuando pronuncio leyes.- Pero como director he de sancionarte también por haber participado.

Acordamos una hora en la sala de castigo y que no se vuelva a producir. Yo dije que por mí no habría problema, pero insistí en que no iba a dejar que me hiciese daño. El directo pareció entenderlo y estuvo más o menos de acuerdo. Salimos del despacho contentos con el resultado.

-Puedes irte tú también, Eric.- Dijo el director y se metió en su despacho.

-¿Quieres venirte a cenar a la hamburguesería?- Le pregunto Luke al chico.

-¿Van a ir a la celebrarlo después de lo que ha ocurrido?- Pregunto Eric extrañado, mientras nos dirigíamos al coche de mi tío.

-Claro, ¿cómo no voy a celebrarlo? – Exclamo mi tío.- No solo mi sobrino no ha hecho nada malo, sino que te ha ayudado y salvado.- Aclaro el hombre.- Los héroes merecen celebrarlo.

Vale, no conocía la faceta exagerada de Luke. Pero no iba a ser yo quien le sacase de su error. Eric parecía dudoso.

-Vente.- Le ordené.- Luego habrá helado. -Eric rio y se sumó a la cena.- Pero antes pasemos por casa, me gustaría quitarme la ropa mojada.

Tras cambiarme con ropa limpia y seca, fuimos a la hamburguesería. Pedí la hamburguesa europea con extra de beicon y patatas fritas. Cenamos sin prisa alguna, disfrutando de la comida y la cháchara.

Descubrí que los padres de Eric no son muy dados a la charla y no son los mejores padres del mundo. Yo no recuerdo mucho a los míos, pero lo que recuerdo es muy agradable. Le invite a venir siempre que necesitara salir de su casa y no dudo en aceptar el ofrecimiento.

El postre fue el prometido helado. Luke era un auténtico fiera adivinando el sabor de helado que te gusta y dio en el clavo, aunque yo no suelo variar el helado. Fue fresa para él, chocolate para Eric y strachattela para mí. Lo disfrute de sobremanera.

Luego solo quedo volver a casa. Mi tío aparco el todoterreno en la entrada del garaje. Acto seguido me ofrecí para acompañar a Eric hasta su casa con la excusa de sacar a pasear a Spike.

-Ha sido divertido.- Comenté. – Deberíamos repetirlo.

-Estoy totalmente de acuerdo.- Contestó.

Hubo un ligero silencio, que se hizo más incómodo según pasaba el tiempo. Sabía que en su cabeza solo pasaba una cosa y no estaba seguro de cómo expresarlo.

-Respecto a lo… - Empezó a musitar.

Pero yo le hice callar con un beso sorpresa. Un beso que sabía a chocolate y nata, era cálido y húmero. Mis manos subieron hasta rodear su cara. Pude notar como él ponía sus manos en mi cadera. Tras un tiempo que pareció demasiado corto, separe mis labios de los suyos y vi como abría los ojos lentamente.

-¿Qué ibas a decir?- Pregunte.

-Ya nada… Me has contestado. – Murmuro el chico. Este sonrió, pero ya no tenía esa tristeza que le caracterizaba, lo que hizo que su sonrisa fuera más deslumbrante.

Spike ladró y se froto contra la pierna de Eric.

-Le gustas. –Traduje lo que el perro quería decir, con una sonrisa tonta.- Casi tanto como a mí.

Y antes de que pudiera decir algo volví a besarle. Esta vez fue más intenso, tiré de sus labios suavemente y mi mano se enredó en su pelo. El viento otoñal soplaba en la oscuridad de la noche, pero daba igual, su tacto era reconfortante.

Esta vez fue quien se separó, dejándome con más ganas.

-Creo que debería irme.

Yo asentí y deje que se fuera. “Si lo quieres déjalo ir, si vuelve es tuyo, sino, nunca lo fue.” Pensé. Él pareció leerme el pensamiento y volvió para darme un suave beso en la mejilla y volver corriendo hasta la puerta de su casa.

Volví a casa con una sonrisa tonta que hacía tanto tiempo que no tenía.

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