domingo, 14 de octubre de 2012

5. Guardianes del sueño


Un domingo mas y un capítulo mas, esta vez el quinto. Aquí Walker le explicara a Nina a donde va cuando duerme... Si quereis saber mas, leer y me comentais que os parece.

Ahí estaba otra vez… Esa habitación que era la suya, pero no lo era. Nina se levanto de su cama y miro su habitación, era su habitación, ella estaba segura, pero no lo era, las líneas rectas estaban algo curvadas, como el suelo que estaba algo curvo e inclinado.

Había intentado salir de allí varias veces, pero la puerta, igual de torcida que el resto de la habitación, no se abría porque chocaba con el suelo. También había intentado abrir la ventana, pero solo lograba abrirla unos pocos centímetros, la parte superior era mas estrecha que la inferior y no podía subirla.

Se sentó junto a la ventana y miro por los cristales, el mundo que se veía era oscuro y triste, todo tenía un aspecto más azul y torcido que el de verdad y encerrada como estaba en su habitación, se sentía extraña, una alienígena en ese mundo que se parecía al suyo pero que no lo era.

Pasó allí lo que le parecían horas, días enteros, incluso. ¿Por qué todas las noches acababa en ese mundo? Era frustrante, era como una pesadilla, pero sin el terror que ellas conllevan. No se levantaba por las mañanas sudada ni con la respiración agitada… Solo descansaba.

De la casa de enfrente salió un chico, el mismo que el de la otra noche, y el mismo que había conocido esa mañana en el instituto. No había caído antes, pero había soñado con él antes de haberle conocido, ¿Cómo era posible?

El chico, con su pelo rubio, se paró frente a la casa y me saludó con la mano. Le sonreí y le devolví el saludo. Era la primera persona que veía en ese mundo, en esos sueños. Con la mano, Walker le dijo que fuera con él. Ella quería ir, salir de su habitación que se había convertido en una prisión, y caminar junto a él por ese extraño mundo.

Nina veía como el chico movía la boca, pero no le oía, la ventana no le dejaba escuchar. Trato de abrir la ventana de nuevo, quería oírle, hablar con él. La ventana no se movió. El chico la miraba, esperando. Se puso nerviosa, no le gustaba que esperasen por ella…

La ventana, por fin, se deslizo y se abrió, sin esfuerzo alguno. Se quedo mirando el marco de la madera, que se amoldaba a la pared y sus recovecos. Estaba estupefacta.

-¿Y bien? – Pregunto Walker desde el jardín.- ¿Por qué no sales?

-No puedo abrir la puerta.- Contesto avergonzada. – Ni la ventana hasta hace unos segundos.

-¿Por qué no lo intentas de nuevo? Con más fuerza, como con la ventana.- La instó.

Nina pensó que no perdía nada por intentarlo de nuevo, si la ventana se acababa de abrir, igual la puerta también. Así se alejó de la ventana y trato de abrir la puerta, pero seguía igual de encajada, por mucho que moviera el picaporte la puerta no cedía. Volvio a la ventana con el semblante triste.

-No cede…

-¿Pero como la estas abriendo?

-Pues girando el pomo, como todas las puertas…- Contesto, vaya pregunta más absurda.

-¿Y sabes a donde quieres ir?

-Me da igual, quiero salir.- Contesto, estaba haciendo preguntas raras…

-Pues piensa a donde quieres ir antes de girar el pomo, y la puerta te llevará allí.- Nina pensó que eso era una estupidez, ¿Qué más le daba a la puerta saber a donde quería ir? La incredulidad en la cara de Nina debía de estar impresa, pues el chico continuo.- La puerta solo se abrirá, pero tiene que saber a donde tiene que abrirse… Ve y pruébalo, piensa a donde quieres ir y luego abre la puerta. Te aconsejo que sea un lugar conocido, será más fácil de pensarlo.

Se encamino a la puerta, no sin antes rodar los ojos. No se podía creer que fuera a hacerlo. Una vez delante de la puerta, tomo aire y cerró los ojos, pensó en la cocina, quería ir a la cocina de su casa. Cogió el pomo y lo giro. Hasta ahí bien.

Pego un tirón a la puerta y se hizo daño, cuando la puerta golpeo en sus pies descalzos. Abrió los ojos y se examino los pies, que no habían sufrido gran cosa. Luego examino la puerta, su mano seguía en el pomo; no tenía gran cosa.

Lo que le llamo la atención a Nina fue lo que había tras la puerta, era su cocina, la cocina de su casa, la que estaba en el piso de abajo. Estaba confusa. Si miraba por la ventaba estaba en el piso superior de la casa, pero la cocina estaba tras su puerta, luego la cocina había subido.

-Es imposible…- Murmuró con los ojos como platos. Corrió a la ventana.- ¿Qué es lo que has hecho? ¿Cómo es posible?

-Todo es posible aquí.- Contestó el chico rubio.- Baja y te lo cuento.

-¡Al otro lado de la puerta esta la cocina!- Estallo la chica. Sonaba tan estúpido como lo pensaba- ¿Cómo quieres que llegue ahí?

-Fácil.- Contesto Walker con tranquilidad.- Cierra la puerta y vuelve a abrirla.

Nina pensó que esto era de locos, pero había hecho más progresos en ese sueño que en el resto de lo que recordaba junto. Ahora podía ir a la cocina. Camino hasta la nueva estancia, efectivamente era su cocina, pero como el resto de ese mundo tenia un tono azulado y curvo.

Walker le había dicho que podía cerrar la puerta y volverla a abrir. No quería arriesgarse a cerrarla por si no lograba volverla a abrir. Miro nerviosa hacia la ventana, si quería respuestas tenia que salir y preguntárselas a su vecino de enfrente y tenía que salir de allí.

-La puerta de la cocina.- Se murmuro ella sola. La cocina tenia la puerta que daba al jardín trasero…

¿Pero que le aseguraba que tras esa puerta estaba el jardín trasero? Podía estar cualquier cosa… Lo primero que hizo fue poner un pie en el primer azulejo azulado de la cocina. Parecía solido y estable, y estaba frío. Luego puso el otro pie, y cuando noto el frio inundando sus pies, se dio cuenta de que era real, o al menos tan real como un sueño lo permitiese.

Con paso cauteloso llego a la puerta que en su casa, la de la vida real, daba al jardín trasero. Como le había dicho Walker, pensó a donde quería ir, y esta vez era el jardín trasero, lo puso en su mente, se lo imagino, con las sillas de plástico y ese enanito en la esquina que le daba cierto repelús, sobre todo por las noches. Tomo el pomo de la puerta, lo giro y tiro de él. La puerta se abrió, dejando a su paso el jardín, con el césped, las sillas de plástico, e incluso el enanito en la esquina.

Salió corriendo, rodeando la casa, el pequeño pasillo entre la casa y la valla de madera que comunicaba los jardines trasero y delantero se le hizo largo, muy largo. Mucho mas largo de lo que ella creía que era. Cuando llegó al jardín delantero estaba cansada de tanto andar.

Vio a Walker sentado en el borde de la azulada acera y se sentó junto a él. Tenía tantas preguntas que no sabía por donde empezar. Intento empezar, pero las palabras se te aglutinaron en la boca y no consiguió decir nada. El chico le miro y sonrió. Eso la relajo, aunque no tenía porque.

-¿Cómo?- Murmuró, tras poner su mente en orden.- ¿Cómo es que he bajado de ahí arriba- Dijo señalando la ventana que daba a su dormitorio- hasta aquí – Y señalo el suelo donde estaban sentados- Sin bajar una sola escalera?

-Son tus sueños… Puedes hacer lo que quieras. Si te lo propones puedes subir pisos mientras bajas escaleras.- Contesto el chico.

Lo que había dicho era contradictorio y estúpido. ¿A caso no se escuchaba? ¿Subir bajando? Eso era imposible… Aunque también es imposible que su habitación diese a la cocina. La cara del muchacho no era para nada de guasa, aunque se le veía divertido. Quizás el asombro de Nina le divirtiese.

-¿Y puedo volar? – Preguntó Nina. Había buscado la pregunta más absurda que se le había ocurrido.

-Yo nunca lo he hecho… Me gustan los pies en la tierra, pero no veo porque no.

La seriedad en Walker puso nerviosa a Nina. Lo decía totalmente convencido y eso asustaba a la chica, pensaba que podía confiar en ese chico, pero estaba loco.

De repente la calle se lleno de música, una música muy estridente pero lejana, como si tocara un grupo de rock en algún lugar alejado.

-Me tengo que ir.- Dijo el chico levantándose y sacudiéndose el pantalón.

-¿Cómo que te tienes que ir? ¿Y todas las preguntas que tengo?

-Puedes preguntármelas, vivo enfrente de ti y vamos a la misma clase de matemáticas y estamos en el mismo club.

-¿Cómo vas a contestar a mis preguntas? Solo eres un sueño.- Se permitió recordarle.

-¿Estas segura de eso? ¿De que solo soy un sueño?- Respondió el chico antes de pasar por el umbral de su puerta.

La cerró en las narices de Nina. Esta intento abrirla, girando el pomo, pero no se movió. Pensó en el interior de la casa, quería ir ahí dentro, pero no sabía como era, no podía pensar en ello como había hecho con la cocina o el jardín.

Cuando desistió se apoyó contra ella y se deslizo hasta quedar sentada en el suelo. El lado bueno era que había logrado salir de su habitación.

Espero que os haya gustado, comentad que os gustaría leer o que hubierais hecho vosotros en ese lugar y si queréis ser los primeros en saber que se ha subido un capi, haceros seguidores al final de la página o mirar en la lista de capítulos.

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