domingo, 30 de septiembre de 2012

3. Guardianes del sueño


El móvil vibro encima de la mesa mientras comía los cereales. Era un mensaje de Tara, al parecer tenia algo muy interesante que contar y tenia que ser en persona. Le conteste con otro mensaje que le veía en diez minutos en el instituto. Acabe el cuenco de cereales y me despedí de mi madre que también estaba en la cocina. Cogí una manzana del frutero antes de salir.

Justo, nada mas cerrar la puerta, en la casa de enfrente llegaba un chico. Una vez lo vi mejor, era el mismo chico con el que había soñado esta noche, llevaba diferente ropa, pero era él. Me quede anonadada mirándole, al parecer volvía de correr con su perro y estaba sudado, haciendo que se le pegase la ropa. Antes de entrar el joven me saludo con una sonrisa. Avergonzada, baje la vista y ande hacia el instituto sin volver la mirada, por miedo a que siguiese ahí.

Tarde menos que de costumbre debido a la vergüenza que había pasado, pero Tara ya estaba esperado ansiosa y cuando me vio vino corriendo hasta mi con los ojos casi desorbitados.

-¿Has visto al chico nuevo? Le he visto corriendo por delante de mi casa…- Dijo emocionada, parecía que le faltase el aire.- Estaba… Bufff como estaba…- La chica, una muchacha bajita y un poquito regordeta estaba que iba a hervir de un momento a otro.- Y su culo… ¿Has visto su culo?

-Ya Tara… Respira…- Le musite poniendo mis manos sobre sus hombros. La chica respiro hondo y pareció relajarse un poco.- Si, le he visto, es el chico que se ha mudado a la casa que esta enfrente de la mía.

-¡¿Qué?! ¿Es tu vecino? – Exclamo.- ¿Por qué no me lo has dicho antes?

-Relájate, mujer… Solo es el chico nuevo…

-Si, bueno… Sera el chico nuevo, pero vaya…

-¿Sabéis quien es ese chico nuevo? – Pregunto Johanna, interrumpiendo a Tara. No había oído sus estridentes tacones, ni olido su caro perfume, hasta que fue demasiado tarde.- Esta mañana ha pasado por delante de mi casa corriendo con un perro.

¿Se había corrido todo el pueblo el nuevo chico? Desde nuestra casa hasta la de Tara había un trocillo, pero la de Johanna estaba en el otro lado del barrio residencial.

Tara le explico a Johanna lo que sabía, que tampoco era mucho. El tema acabo degenerando hasta que acabamos hablando de la ropa que llevábamos puesta. Por suerte no se metieron mucho con mis vaqueros desgastados.

La conversación finalizo cuando a Tara casi se le cae la mandíbula al suelo. Johanna y yo nos giramos para ver que era lo que hizo que Tara hiciera eso, aunque siendo ella seguro que no era gran cosa, era muy exagerada.

Esta vez no fue exagerada. Mi vecino, el chico nuevo, había llegado, y estaba demostrando que no iba a pasar desapercibido. Se había puesto unos pantalones vaqueros, una chaqueta de cuero blanca sobre una camiseta roja y unas gafas de sol. Todo él rezumaba sensualidad, su pelo rubio estaba despeinado y tenía una mochila sobre un hombro.

Todas las miradas, no solo las nuestras estaban sobre él. Los murmullos empezaron a recorrer el patio circundante al instituto. Incluso pude ver a Mike, que estaba con sus amigos en el otro lado, observando al nuevo chico con cierta envidia.

Mis amigas cavilaban sobre el nombre y la historia del chico. Alguien tenía que saber quien era, ¿no? ¿Porque no preguntárselo directamente? Respire hondo y salve la distancia entre el chico y yo. Me puse en su camino, ya que había bajado el ritmo de su marcha, parecía un poco desconcertado.

-Hola. Soy Nina Dalton. – Presente.- Yo… Bueno… Soy…

-La chica de enfrente. – Contesto él con una sonrisa. Había esperado que no me hubiera pillado observándole. – Ayer tus padres nos dieron la bienvenida. Soy Walker Hale.

-Es un placer saber quien eres al fin.- Conteste avergonzada.- Todo el mundo te ha visto.

-No debéis de recibir muchas visitas…- Comento mirando a su alrededor.- Oye… tengo que ir a la secretaria y no se donde está…

-Claro, te acompaño. –Respondí.

Entramos en el edificio y no podía oír lo que decían los compañeros, pero lo sabía muy bien. Pero que mas daba, era la primera en hablar con el chico nuevo y sería quien le presentara a los demás.

-¿Sabes cuanto tiempo actuaran así?

-Perdón, ¿Qué?- Pregunte confusa. Le mire a los ojos, se había quitado las gafas de sol y ahora se veían de un color azul intenso, como no los había visto nunca.

-La gente… ¿Sabes cuanto tiempo les llevara olvidar lo del chico nuevo?

-Oh… Eso… Bueno… -No pude reprimir una sonrisilla.- No has venido para pasar desapercibido…

-Ya… Lo mismo dijo Luke… He pensado que ya que van a hablar de mi, por lo menos que tengan motivos…

-¿Luke? El nuevo inspector. Es tu padre, ¿no?

-Eh… Sí, ese… Pero no es mi padre, es mi tío.- Corrigió. Mira que podía llegar a ser tonta y confundir eso. Aunque quien se iba a imaginar que ese hombre era su tío, lo lógico es pensar que es su padre.

Aunque también es lógico no soñar con alguien antes de conocerle…

Finalmente llegamos a la secretaría. Allí el chico, pidió su horario y le hicieron terminar de rellenar los papeles.

-Tienes que apuntarte a algún club de extraescolares.- Le dijo la secretaria y le devolvió el formulario.

El chico lo examino con detenimiento y parecía que no terminaba de decidirse. ¿Tantas cosas le gustaban que no se pudiera decidir? Yo lo había tenido claro, lo único que se me daba bien de esa larga lista eran las matemáticas. Había intentado la fotografía, la natación, e incluso el karate, pero siempre acababa en el club de matemáticas.

-¿En cual estas tú? – Pregunto el chico. Miré a la secretaria para pedir ayuda, pero esta miro hacia los papeles del escritorio.

- Yo… En el club de matemáticas.

Lo había dicho… ¿Y si el chico quería perseguirme y acosarme? “Tonta” Me dije. “Si has sido tu la que le ha entrado, ¿como te va a acosar?” El chico puso una cruz en el club de matemáticas. “Quizás quiera estar con alguien que le suene.” Me consolé.

-Nina, cielo.- Dijo la secretaria.- ¿Podrías enseñarle el instituto al chico? Lo haría yo misma, pero seguro que tú lo haces mejor.

Claro… Carguemos el marrón a la buena samaritana… Sonreí a la mujer y luego al chico. Era un fastidio tener que pasear por el instituto con el chico nuevo.

-Venga, vamos.

El chico cogió su horario y salimos de la secretaria. Le enseñe los pasillos, la biblioteca, la dirección, el gimnasio…

-Mira, esta es la cafetería, no te recomiendo que pidas la ensalada de pasta… Está poco hecha.- Le advertí cuando pasamos por delante del gran comedor.

-Me lo apunto.- Contesto sonriente, mirando el lugar por las puertas de cristal.

-¿Y de donde vienes?- Le pregunte mientras seguíamos andando por los pasillos.

-Vengo de Nueva York. – Contestó.- De un barrio del extrarradio.

-Siempre he querido ir a Nueva York…- Murmure distraídamente.

Cuando quise darme cuenta se había quedado parado en medio del pasillo y miraba hacía el exterior con expresión ausente. Al cabo de unos segundo giro la vista hacia mi y pareció como si saliera del trance. Me dedico una sonrisa. Tenía que decir que su sonrisa era sin otra palabra, perfecta.

-Lo siento.- Se disculpo.- Me ha parecido que… Bueno, es igual… ¿Que me habías dicho? Ah, sí, que te gustaría ir a Nueva York… Es una ciudad muy bonita.

El chico era un tanto extraño, pero supongo que se tendría que acostumbrar a todo.

-Oye, ¿Que te parece si quedamos a la hora de la comida y termino de enseñarte todo esto?- El chico asintió lentamente.- Bien, ¿que te parece en la cafetería tras las clases?

El chico afirmo y le indique como llegar hasta a su aula. Aun quedaban unos minutos antes de que sonase el timbre de comienzo de clase, pero si llegaba pronto, podría presentarse al profesor.

En cuanto el chico se fue, Mike apareció por la puerta mas cercana. Sonreí como una boba, algo que me pasa cuando Mike se acerca. Era un chico grande y musculoso, jugaba en el equipo de futbol y se notaba. Se puso detrás mía y me abrazo por detrás, como siempre hacia.

-¿Quién era? –Pregunto. – No me suena de haberlo visto antes.- Hubiera jurado que había cierto tono de celos en su voz. Pero también podía ser curiosidad.

-Se llama Walker Hale. Es el chico nuevo, viene de Nueva York.

-Desde lejos…- Murmuro.

-Si… Bueno… Y es un poquito raro… Supongo que tiene que acostumbrarse.- Musité mientras me giro en su abrazo y entierro mi cara en su pecho.- Tengo que ir a buscar mis cosas.

-Te acompaño.

Fuimos hasta mi taquilla y recogí todas las cosas que necesitaría para las clases. Cuando cerré la taquilla se había formado un pequeño corro a mi alrededor de caras curiosas, entre ellas Johana, Tara y Tom, un amigo del equipo de futbol de Mike.

-Cuenta.- Ordeno Tara.- Desembucha todo lo que ha pasado, cada palabra y pensamiento que ha pasado por esa cabecita…- Su voz era seria, sin embargo instaba a reírse.

-Solo es el chico nuevo, no tiene nada de interesante… Está perdido y me ofrecí a enseñarle el lugar.- Dije tratando que sonase mundano, algo que se hace todos los días.

El timbre sonó, pero el corrillo no se movió. Me incline sobre Mike y le robe un beso y me despedí del resto con un gesto de mano. Johanna me siguió. Al parecer tenía la misma clase que ella. Hoy llevaba un perfume con olor a fresa y al estar detrás de ella, todo el olor me resulto abrumador.

Al llegar al aula me senté en una silla cualquiera, ni muy delante ni muy detrás, para poder estar distraída si así quería y estar atenta si me convenía. El profesor llego, nos echo la maravillosa chapa de historia y se fue. Así fue el resto del día, pero con literatura e inglés.

La última clase fue la más entretenida, matemáticas. Fue la única clase en la que me senté en primera fila y Tara, con la que compartía esa clase, se sentó detrás de mí, refunfuñando y preguntándose porque tenían que sentarse tan adelante.

El profesor se dispuso a impartir su clase, y justo tres segundos antes de empezar a hablar, apareció de nuevo. Walker Hale entro en la clase y se presento al profesor. Este le dio la bienvenida y le indico uno de los sitios que habían quedado desiertos, dos asientos a la derecha de Tara. No tuvo mejor idea que asentir cuando me vio y me vi obligada a devolverle el saludo y sonreír.

Tara se puso nerviosa, por no decir histérica, y estuvo la hora que dura la clase murmurándome cosas sobre el chico, todo tipo de cosas… Incluso me describió como se lo imaginaba sin ropa, sin nada de ropa. Había que decir que Tara era muy exagerada, pero veinte centímetros era demasiado.

-Bien, chicos. Para acabar, quiero que hagáis parejas para hacer los ejercicios que os vaya mandando.- Dijo el profesor mientras repartía unas hojas con numerosos ejercicios. – Espero de esta manera, que cooperéis y que os ayudéis, de manera que aprendáis los unos de los otros.

-Nina… ¿Me dejas al chico nuevo, verdad? –Murmuro mi compañera.- Es una buena escusa muy buena para estar con él… Y tocar sus firmes pectorales… - Me gire ofendida. Siempre habíamos hecho todos los trabajos juntas, desde que éramos unas crías. – ¿No ibas a ponerte con él? Por el rollo del primer contacto…

Para cuando quisimos darnos cuenta el aula ya se estaba vaciando y todos hacían sus parejas, si Tara quería ponerse con el chico nuevo no sería un problema siempre que encontrase a otra persona adecuada. Miré a mí alrededor y solo quedaba Eric.

-No… No puedes dejarme con Eric…- Le murmure a mi amiga.- Por favor…

-No querrás que el chico nuevo y Eric intimen, ¿verdad?

Recapacite sobre lo que decía mi amiga. Eric no tenia mala reputación, la tenia pésima y si Walker se juntaba con él desde el principio acabaría igual que Eric, siendo victima de los gamberros y matones.

-¿Pero tengo que ser yo?- Proteste.

Pero mi amiga ya estaba hablando con Walter, que había puesto una sonrisa, como hacia cada vez que alguien le hablaba, el resto del tiempo tenia un semblante serio. Lo anote para recapacitarlo mas tarde. Eric se había acercado, con una mano en la nuca y una cara de disculpa.

-Lo siento… Pero… Creo que solo quedamos nosotros.- Murmuro.

-Claro.- Conteste tratando de poner una buena sonrisa.

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